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jueves, 28 de mayo de 2009

Carta abierta a Max Mosley

Estimado Sr. Mosley:

Es muy bien sabido por todos que el mundo atraviesa una de las crisis más fuertes de las que se tenga memoria. También es bien sabido que un deporte como la Fórmula 1 es osible gracias a las fuertes sumas de dinero que se generan gracias a derechos de televisión, patrocinadores y público asistene a los Grandes Premios. Asimismo, este deporte tiene como razón de ser, más allá del entretenimiento, la innovación y el avance tecnológico que se logra con la experimentación resultado de la competitividad entre los equipos para tener un auto superior. Si bien parecen distantes los años románticos de este deporte, prevalece la búsqueda de la mejora tecnológica en cada uno de los autos que participan. Motores, transmisiones, equipo de seguridad, compuestos químicos, etc. son sólo algunos de los objetos que han sido mejorados en alguna forma por el equipo de algún taller encargado de hacer un auto de Fórmula 1. El intentar limitar este avance de una forma tan brutal y tan "voluntaria" es una ofensa mayúscula no sólo para los equipos participantes, sino que también para todas las personas que tenemos la posibilidad de disfrutar estos avances en nuestra vida cotidiana. Si bien es cierto que el deporte está siendo afectado sensiblemente por el entorno económico mundial, además de tener críticas por lo poco emocionantes de las carreras, considero que el hacer un recorte voluntario de presupuesto tan fuerte y drástico más allá de eficientar y dar solvencia a la Fórmula 1 sólo causará más problemas y sumergirá más a la ya endeble Fórmula 1. Más libertades en el auto a costa de reducir los gastos no es la solución. ¿Qué pasará con los equipos que no accedan a este límite? La respuesta ya la sabemos: seguirán pero bajo normas distintas, bajo un reglamento distinto. ¿Es adecuado para la máxima categoría que participen equipos sujetos a distintas normatividades? Absolutamente que no. El invertir exorbitantes cantidades de dinero en un auto no asegura que éste resulte eficiente en la pista (y la prueba la tenemos con los equipos "grandes" y los resultados que están teniendo), pero una mayor libertad en aspectos técnicos indudablemente causará que, con poco dinero, se superen al esfeurzo monetario y técnico para mejorar un auto. Que en la Fórmula 1 existan dos tipos de reglamento y, por ende, dos tipos de autos compitiendo en igualdad de circunstancias externas (pista, clima, etc) causaría una enorme división en donde veríamos dos carreras distintas, la de los equipos "grandes" que gastan enormes cantidades de dinero y la de aquellos equipos "chicos" que tendrán mayor libertad en el aspecto técnico del auto. Evidentemente, esto causaría que se perdiera interés en la Fórmula 1, que causaría -irónicamente- que en lugar de ahorrar dinero, se pierda más simplemente por ver competencias de menor calidad que las actuales (que de por sí han dejado que desear últimamente, especialmente el Gran Premio de Europa en Cataluña) al alejar a quienes han hecho tan grande a la Fórmula 1: el público.

Entiendo que la situación actual obliga una reducción de egresos, pero no es posible reducir tan drásticamente los gastos ni tampoco el crear concesiones y regulaciones tan incoherentes basándose en un límite presupuestario. Estoy de acuerdo que se deben reducir los costos de este deporte, pero es también forzoso hacerlo de forma progresiva y de igual forma para todos. Entienda que de tener presupuestos de más de € 300 000 000.00 a apenas € 40 000 000 de una temporada a otra es brutal e inaceptable. Reitero, es forzoso reducir los costos de la Fórmula 1, pero no por eso hay que limitar la capacidad de innovación de los equipos. Sé que históricamente la Fórmula 1 no ha sido una categoría que sea sinónimo de carreras cada fin de semana, pero el tener un calendario de apenas 17 carreras (el actual) limita mucho el potencial que tiene la Fórmula 1. El retorno de Grandes Premios como el GP de Canadá, de Francia, de Estados Unidos, de San Marino, de Austria, de Argentina y, por qué no, de México indudablemente elevarían los niveles de audiencia de este deporte en todo el mundo, principalmente en América, que ha sido cuna histórica de grandes pilotos de esta categoría. Extravagancias como los Grandes Premios de noche no son, ni serán, la solución. En cambio, la mayor difusión del deporte, un mayor número de Grandes Premios, la implantación paulatina, razonada, consensuada y progresiva de un límite presupuestario, además de extender la obligatoriedad de la utilización de los mismos componentes (motor y transmisión) del auto responden todos a mayores ingresos y a reducción de costos. La mística de equipos como Ferrari y McLaren, el poderío y capacidad de equipos como los Red Bull, Toyota e inclusive la BMW-Sauber son una mayor fuente de ingresos que aquélla que se pretende obtener de la implantación del límite presupuestario, de los dos reglamentos de competencia y de la limitación del avance tecnológico. Créame, la solución para este problema no está en un extremo, sino, como diría Aristóteles, en el justo medio entre hacer nada y hacer todo.

¿Qué hará usted?